jueves, 29 de marzo de 2012

Salta y San Salvador de Jujuy

Es la otra Argentina. La que no tiene prisa. La que no cambia con el tiempo. La que parece estancada entre cerros y quebradas de colores. La Argentina más auténtica, donde apenas preocupa lo que sucede en el resto del mundo. Donde lo inmutable es un acontecimiento. Donde los sentidos despiertan ante la naturaleza más agresiva y las gentes más amables. Donde los cactus dominan la tierra con pacíficos ejércitos.


Si cierras los ojos un momento, al abrirlos, las montañas que antes contemplabas, aliadas con el sol, han cambiado de color. Elevadas hasta superar las nubes, las quebradas del Toro, de Humahuaca o de las Flechas, abruman con su presencia. En sus cimas la respiración se convierte en un privilegio. En sus valles Calchaquíes el aliento se contiene ante el espectáculo visual.


Salta y Jujuy pertenecen a la parte humilde de Argentina, al pie de los Andes. La mayoría de sus habitantes, argentinos indígenas, heredaron de los incas unos paisajes únicos. Perseguidos y maltratados durante siglos, todavía hoy son marginados por los descendientes de los europeos llegados a sus tierras mucho tiempo atrás. A ellos pertenece este lugar.


Purmamarca, Tilcara, Cachi y Los Molinos. Unidos por caminos imposibles, al pie de las quebradas o en mitad de los valles, son pueblos de otra época. Aislados del progreso y de la maquinaria del turismo, sobreviven con productos de la tierra y artefactos inclasificables.


Llamas, guanacos, vicuñas, zorros y burros silvestres. Una curiosa fauna aparece entre los arbustos mientras observas un lago blanco, mientras miras hacia las montañas o te acercas a algún cerro para contemplar la caída de las nubes sobre el valle.


Podría no acabar nunca de describir este lugar. Podría mostrar imágenes hasta cansarme. Podría hablar hasta que mi boca quedara seca como las tierras que he pisado. Tierras que son propiedad del tiempo, de quien las trabaja. Un poema de Fortunato Rojas, poeta de Jujuy, como punto final. Argentina, tomá ejemplo.


NO TE RIAS DE UN COLLA
No te rías de un colla que bajó del cerro,
que dejó sus cabras , sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
no te rías de un colla, si lo ves callado,
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
No te rías de un colla, si al cruzar la calle
lo ves correteando igual que una llama, igual que
un guanaco,
asustao el runa como asno bien chúcaro,
poncho con sombrero, debajo del brazo.
No sobres al colla, si un día de sol
lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;
ten presente, amigo, que el vino del cerro, donde
hay mucho frío,
donde el viento helado rajeteó sus manos y partió
su callo.
No te rías de un colla, si lo ves comiendo
su mote cocido, su carne de avío,
allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
¿menos! Si lo ves coquiando por su Pachamama.

El bajó del cerro a vender sus cueros,
a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina;
y es tan precavido, que trajo su plata,
y hasta su comida, y no te pide nada.
No te rías de un colla que está en la frontera
pal lao de la Quiaca o allá en las alturas del abra del Zenta;
ten presente, amigo, que él será el primero
en parar las patas
cuando alguien se atreva a violar la Patria.
No te burles de un colla, que si vas pal cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa,
tomarás su chicha, te dará su poncho,
y junto a sus guaguas, comerás un tulpo
y a cambio de nada.
No te rías de un colla que busca el silencio,
que en medio las lajas cultiva sus habas
y allá, en las alturas, en donde no hay nada,
¡así sobrevive con su Pachamama!
FORTUNATO RAMOS

martes, 20 de marzo de 2012

Puente del Inca

En el paso fronterizo del Cristo Redentor, entre gigantes rocosos de más de 6.000 metros de altura, se encuentra una obra de la naturaleza tan bella como extraña. En plena cordillera andina, inmenso muro que separa Chile de Argentina, el viento no da tregua al viajero curioso que se acerca a observar el río Las Cuevas.  



Da la impresión de que la naturaleza quiso ahorrarle esfuerzo al ser humano y que le concedió, generosa siempre, un paso hacia las montañas. Primero los incas, más tarde los ejércitos, utilizaron el puente para superar el obstáculo de unas aguas furiosas y frías. Unas aguas que se deslizan a su vez con suavidad por las rocas y crean un espectáculo de color impactante.


La mano del hombre, insaciable, quiso sacar provecho material del regalo. Hace más de cien años que se construyó un lujoso hotel, bajo el puente, que hoy se muestra arruinado. Las montañas, descontentas, decidieron que un alud de piedras acabara con él. El aspecto fantasmal de sus paredes añade cierta belleza al lugar, a la vez que nos enseña que con la Madre Tierra no se juega.
Ellas siguen vigilantes.



sábado, 17 de marzo de 2012

Valparaíso, Chile

Un intenso olor a mar fluye por cada rincón de la ciudad. Al alzar la cabeza encuentras cientos de diminutas casas que muestran un auténtico laberinto multicolor. Valparaíso, ciudad Patrimonio de la Humanidad, asciende  desde la orilla del mar y se extiende por numerosos cerros, hasta donde alcanza la vista.


No es una ciudad antigua. Es una ciudad vieja, destartalada, mezcla de chapa y ladrillo. Los graffitis escalan las paredes de las casas y son ya parte misma de su encanto. Decrépitos ascensores, parece mentira que todavía funcionen, te empujan hasta las cimas de la ciudad y te invitan a perderte por sus callejuelas, en  esta época vacías de turistas.


Ciudad de escritores, de poetas y artistas. Quién mejor que Pablo Neruda para rendirle homenaje:



ODA A VALPARAÍSO  
VALPARAÍSO,
qué disparate
eres,
qué loco,
puerto loco,
qué cabeza
con cerros,
desgreñada,
no acabas
de peinarte,
nunca
tuviste
tiempo de vestirte,
siempre
te sorprendió
la vida,
te despertó la muerte,
en camisa,
en largos calzoncillos
con flecos de colores,
desnudo
con un nombre
tatuado en la barriga,
y con sombrero,
te agarró el terremoto,
corriste
enloquecido,
te quebraste las uñas,
se movieron
las aguas y las piedras,
las veredas,
el mar,
la noche,
tú dormías
en tierra,
cansado
de tus navegaciones,
y la tierra,
furiosa,
levantó su oleaje
más tempestuoso
que el vendaval marino,
el polvo
te cubría
los ojos,
las llamas
quemaban tus zapatos,
las sólidas
casas de los banqueros
trepidaban
como heridas ballenas,
mientras arriba
las casas de los pobres
saltaban
al vacio
como aves
prisioneras
que probando las alas
se desploman.
Pronto,
Valparaíso,
marinero,
te olvidas
de las lágrimas,
vuelves
a colgar tus moradas,
a pintar puertas
verdes,
ventanas
amarillas,
todo
lo transformas en nave,
eres
la remendada proa
de un pequeño,
valeroso
navío.
La tempestad corona
con espuma
tus cordeles que cantan
y la luz del océano
hace temblar camisas
y banderas
en tu vacilación indestructible.
Estrella
oscura
eres
de lejos,
en la altura de la costa
resplandeces
y pronto
entregas
tu escondido fuego,
el vaivén
de tus sordos callejones,
el desenfado
de tu movimiento,
la claridad
de tu marinería.
Aquí termino, es esta
oda,
Valparaíso,
tan pequeña
como una camiseta
desvalida,
colgando
en tus ventanas harapientas
meciéndose
en el viento
del océano,
impregnándose
de todos
los dolores
de tu suelo,
recibiendo
el rocío
de los mares, el beso
del ancho mar colérico
que con toda su fuerza
golpeándose en tu piedra
no pudo
derribarte,
porque en tu pecho austral
están tatuadas
la lucha,
la esperanza,
la solidaridad
y la alegría
como anclas
que resisten
las olas de la tierra.



martes, 13 de marzo de 2012

Volcán Villarrica, Pucón (Chile)

Es probable que un martes 13 no sea el mejor día para realizar cierto tipo de actividades.
Subir un volcán activo quizás?
Sólo 2890 metros, pero un terreno bastante abrupto y con hielo. 



Pucón es un pueblo cercano a los Andes rodeado de volcanes y lagos. Un bonito lugar, muy turístico, pero vacío a finales del verano austral. Todos los volcanes están activos, pero no son  demasiado peligrosos. 
Después de madrugar como nunca, 06:00h, comenzamos el ascenso, pero las condiciones climatológicas nos impidieron alcanzar el cráter. El fuerte viento y el azufre hacían imposible avanzar hacia la cima. A 2000 metros se acabó la aventura. Una pena.



Con una decepción importante realizamos un bonito y rápido descenso. Tres horas de subida,   40 minutos de bajada. Para dar fe de mi presencia, aunque parezco un minero, una típica imagen vacacional. 




Eso ha sido todo por hoy. Mañana tranquilidad en la playa de lago Villarrica y en breve marcharé hacia Concepción, donde es probable que pase una semana cultivando patatas y ordeñando vacas. Pronto daré más detalles. Hasta otra.



domingo, 11 de marzo de 2012

Castillo y playa de Niebla

Hoy es un día extraño. 
Hace un año, el mismo océano Pacífico que ahora contemplo y respiro, se llevó innumerables vidas en Japón.
En Madrid, hace ocho años, la mente humana ideó la brutal muerte de docenas de personas que se encaminaban a sus trabajos o estudios.
Hoy, 11 de marzo, miles de personas se han manifestado en mi país. Reclaman no perder los derechos laborales y sociales que tanto sudor y sangre costó conseguir a nuestros padres.


Hoy me encuentro en Niebla, en la costa chilena. Hace un día gris y la playa está tan solitaria como quien escribe estas letras. Tiempo gris para un día gris. Un perro tuerto se me acerca y comparto con él un trozo de empanada de carne. También tiene cara triste.
Un rayo de luz se esfuerza para abrirse paso entre las nubes. Se agradece el calor y la luz.



En la playa, unos rostros esculpidos en las rocas dan un punto de misterio a este apartado lugar. Los que tienen los ojos abiertos están condenados a mirar hacia el mar por toda la eternidad. El que los tiene cerrados trata de olvidar el tsunami que arrasó estas tierras en 1960. Fue un 22 de mayo. 


 Siglos atrás este lugar fue terreno militar. Puesto estratégico en el tráfico marítimo. Dos fortalezas, a cada extremo de la Bahía de Corral, controlaban los movimientos de los barcos.
Hoy, 11 de marzo, veo corretear a varios niños entre los restos de la fortificación. Entre los restos de una antigua violencia. Vuelve a salir el sol.









Cerro Campanario, Bariloche

Siento mucho el temblor en la imagen. Hacía mucho viento y mi pulso es ya el de un anciano, jeje.
Sobran los comentarios.    
Turku, Finlandia.

Aquí comenzó el viaje. Un país silencioso, aparentemente frío. 
Era mi segunda visita al país nórdico y las intensas nevadas dieron paso a un día soleado.
Tras un largo paseo el mar helado apareció ante mis sorprendidos ojos.
Dicen que en primavera el país despierta de su letargo invernal y cobra vida. Prometo investigarlo.

Saludos


La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.
Enviar frase
(John Lennon). 


De nuevo en marcha.
La idea de este blog surge en las frías y preciosas tierras de Finlandia.
Tres semanas después y a miles de kilómetros de distancia, comienzo un diario, no propiamente dicho, donde pretendo mostrar, sin aburrir demasiado, todo aquello que me ha llamado la atención y creo que merece la pena.


Espero que os guste y que seáis partícipes de esta aventura con vuestros comentarios y opiniones.


Comienza el viaje.